El próximo 24 de febrero la hermandad de la Quinta Angustia, cumplirá el cincuenta aniversario de su traslado a la capilla de San Francisco. Ello se realizaría en el año 1971, en la noche del Miércoles de Ceniza, tal y como hoy lo estamos celebrando. Un acontecimiento que quedó perpetuado en un azulejo que se dispuso en la fachada de la nueva capilla.
La hermandad permaneció en el exilio durante treinta y cuatro años en la iglesia del Divino Salvador hasta su regreso (1937-1971). El traslado de las imágenes permitieron reencontrarse nuevamente con su añorado barrio.
Todo esto comenzó a fraguarse durante el mandato como hermano mayor de de Don Andrés Espuelas Montero, cuando el 25 de octubre de 1968, se firmó por el Sr. Arzobispo el decreto de cesión de los terrenos del antiguo convento de San Sebastián. Las intenciones con las que fueron otorgados el solar, serían dos principalmente: una para la construcción del nuevo Centro de Recuperación para niños deficientes, y otro, por la cual les fue cedida la primitiva capilla con el fin de establecer la sede canónica de la hermandad, donde desarrollar sus cultos y venerar a sus sagradas imágenes titulares.
«Desde la cesión hasta el traslado (1968-1971), miembros de la junta se entregaron en cuerpo y alma, cuyo principal objetivo era adecentar y construir a la mayor brevedad posible la nueva sede»
Fueron casi tres años los que dedicaron este grupo, dirigido por su hermano, por el pintor local Manuel Fernández García, en adecentar el patio y tener presentable el altar para que las sagradas imágenes reposaran en él.
A pesar de los acuerdos con el Arzobispado, en el año 1975 la hermandad se vio obligada a clausurar el Centro de Recuperación propiciado por la falta de ayuda estatal y la incomprensión de la legislación vigente. Esta decisión fue dolorosa, pero dejó un legado sentimental en nuestra ciudad, por la gran concienciación sobre la problemática que poseían aquellos niños.
«Los altares fueron realizados con materiales de restos de otros retablos que habían sido desmontado en Carmona»
El Miércoles Santo de ese mismo año, y debido a las inclemencias del tiempo, la Cofradía no pudo realizar su estación de penitencia a la Prioral de Santa María, al igual que ocurrirá este año por la pandemia que estamos sufriendo.
El regreso de sus imágenes al barrio de San Francisco y la consagración de la nueva capilla, abrió una etapa de esplendor para la hermandad a la que pertenezco, a la que desde el Muñidor felicitamos, así como a todos su hermanos por tan gozoso acontecimiento, que sin duda devolvió al barrio toda la ilusión y la esperanza que tanto demandaban sus vecinos y devotos.