El 11 de marzo de 2021, en plena pandemia mundial, se cumplen exactamente cinco siglos de la que se considera la primera estación de penitencia carmonense y, por ende, el origen de las procesiones de sangre de nuestra ciudad y de las cofradías dedicadas a evocar la Pasión de Cristo. Estos hechos fueron recompuestos por el historiador Antonio Lería en una narración que transcribimos a continuación:
«El mismo día de la represión del pendón verde, que algunos no atinan cual fue y otros afirman que el lunes 11 de marzo de 1521, hacia las nueve de la noche, llegó a Sevilla una romería procedente de Carmona formada por unas mil quinientas personas que, en ordenada procesión, imploraban a Dios piedad y misericordia, pidiéndole agua para los panes de su vega. Las dos terceras partes de los hombres que formaban en ella iban descalzos y desnudos de cintura para arriba, con sogas al cuello y otras penitencias, puede que disciplinándose; y los demás, en cuero y sin capas, muchos también con sogas y todos con cadenas en las manos. Acompañaban cuarenta clérigos y diez sacristanes, precisan ciertos autores, y las siete cruces parroquiales de la villa y dos crucifijos, según unos, y once crucifijos, según otros»
Salieron a recibir la procesión las cruces de Sevilla que casualmente se enteraron, unas catorce, porque el alboroto del día no permitió otra cosa.
Serían las diez cuando la comitiva entró en la iglesia mayor postrándose ante Nuestra Señora de la Antigua, en cuya capilla permaneció orando aquella noche. Aunque hay quien apunta que la gente veló en el patio de los naranjos.
Al día siguiente, el cabildo celebró misa de rogativa, predicada por el maestro Navarro, franciscano, y les dio a todos de comer, repartiéndoles gruesas limosnas.
Y se dispuso que aquella tarde se despidiese la estación con gran solemnidad, y que, para ello, la universidad de beneficiados y la clerecía parroquial de Sevilla con sus cruces acompañaran un buen trecho fuera de la ciudad a la procesión de vuelta a Carmona. lo que hicieron hasta el humilladero de la Cruz del Campo, donde se celebró otra misa.
Añaden algunos que los carmonenses volvieron con dones y bastimentos, porque apenas se arrojaron a los pies de la Antigua sucedió la lluvia deseada y porque, para paliar el hambre, Sevilla envió a Carmona trigo traído de África a expensas públicas”.
(Recogido en: LERÍA, Antonio. “Medio milenio de Semana Santa en Carmona”, CAREL, núm. 4, pág. 1.742 / LERÍA, Antonio. Cofradías de Carmona, 1998, págs. 44-51)
Dr. Antonio García Baeza