HERMANDADES ANEXIONADAS. EL CASO DE LA SACRAMENTAL Y LA DE ÁNIMAS DEL SALVADOR.

A lo largo de los siglos ha sido práctica habitual la anexión o reunión de las hermandades establecidas en un mismo templo o dedicadas a un mismo fin. Durante el pasado siglo conocemos el caso de la de Ánimas y la de Humildad y Paciencia (1958) de la parroquial de san Pedro o el intento de la de Expiración y Amargura durante unos años y que no llegó a formalizarse.

Hace ya unas semanas publicábamos en estas mismas páginas el caso de tres hermandades del extinto convento de Santa Ana que aún existen reunidas desde fines del siglo XIX bajo la del Rosario hoy en san Pedro. Estas reunificaciones no siempre agradaron a otras entidades pues -aparte de la mejoría patrimonial- en muchos casos suponía la adquisición de ciertas prerrogativas en las procesiones generales como es el caso del pleito que en 1657 planteó la unión de las del Dulce Nombre de María de San Bartolomé con la de la Esperanza y que denunció la de Jesús Nazareno por el orden de prelación, resuelto el nueve de marzo de 1657 a favor del Dulce Nombre, siempre que actuara bajo el amparo de la Esperanza.

LAS HERMANDADES SACRAMENTAL Y DE ÁNIMAS DEL SALVADOR.

El originario templo del Salvador se encontraba en la actual plaza de San Fernando ocupando uno de sus laterales donde se levantaría el actual edificio de viviendas tras su traslado a la iglesia de San Teodomiro – que pasará a denominarse del Divino Salvador – tras la expulsión de la Compañía de Jesús. Abandonada la primitiva iglesia, sobre su solar se levantó el actual conjunto de edificaciones del lateral de la plaza.

 

Edificios Plaza de San Fernando

La antigua construcción contaba con un pórtico que daba a la plaza principal de la villa por lo que desde antiguo gozó con capellanías bien dotadas económicamente, siendo sede de antiguas cofradías como es el caso de las de Ánimas, Sacramental y la de la Trasfiguración – origen de la actual de la Esperanza- todas ellas fundadas en el siglo XVI entre las más antiguas de nuestra Ciudad.

Por diferentes documentos sabemos que la Sacramental contaba con buen patrimonio para sus cultos y que celebraba durante la octava del Corpus una importante procesión con el Santísimo, motivo por el que en 1675 concertaba con Rodríguez de Góngora la realización de una custodia de madera de borne y que compartiría con las hermandades de san Blas y de San Bartolomé, esta custodia aún aparece mencionada en los inventarios al ser extinguida la parroquia en 1911.

En 1778 obtiene la aprobación Real de sus reglas siendo así la primera de las hermandades carmonenses que obtiene del Supremo Consejo de Castilla. En ese momento la hermandad se encuentra ubicada en el convento de Madre de Dios en unión de las de Ánimas y de la Esperanza por estar el templo originario del Salvador en obras tras el terremoto de Lisboa. Junto con las funciones parroquiales se traslada al nuevo templo en 1783. Año en el que Carlos III decretó la anulación de todas las Reglas y Estatutos que no estuvieran aprobados por el Consejo de Castilla, obligando a las cofradías a regularizar su constitución y actividades mediante este procedimiento.

Había transcurrido un lustro desde que la Sacramental del Salvador había obtenido esta aprobación, aunque al iniciar la hermandad de Nuestro Padre los trámites ante el Real Consejo para la aprobación de las suyas exigió – desconocemos aún el motivo- la reunificación de las cofradías de las Benditas Ánimas y del Santísimo Sacramento de la recién trasladada parroquia con la Orden Tercera de los Siervos erigida en dicha iglesia. Finalmente la unión se llevará a cabo oficialmente el trece de enero de 1800 como se recoge en una serie de documentos del Archivo de la Hermandad de Nuestro Padre y que dio a conocer el historiador Antonio Lería con motivo con motivo del bicentenario de la aprobación Real de sus Reglas en el boletín de la hermandad.

En 1779 el Hermano Mayor del Nazareno acude al Regidor de la ciudad para exigir el cumplimiento de la anexión de estas tres entidades bajo la multa de veinte ducados para cada uno de sus hermanos mayores si seguían negándose a ello. En noviembre de ese mismo año la Audiencia de Sevilla reconocía que el Consejo de castilla al aprobar días antes los estatutos de la del Nazareno obligaba a que las tres entidades del Salvador se unificaran en una sola y así se comunique a sus hermanos mayores enviando misiva al Regidor Perpetuo de Carmona para llevar a cabo lo ordenado. Parece que ni las hermandades ni el orden tercero estaban por la labor de perder su independencia y durante los siguientes meses se irán poniendo diferentes cortapisas como es el caso de los Siervos en la que el escribano se traslada a casa de «don Miguel José Fajardo, hermano mayor de la Hermandad de los Siervos de María Santísima…,pasé a las casas de su morada y, estando en ellas…me expresó no era tal hermano mayor, pues hacía algunos días se había desasistido y entregado las llaves a don Juan Blanco..». esta situación provocó la protesta del hermano mayor de la de San Bartolomé que veía como las tres hermandades daban largas al cumplimiento de la Real Orden por lo cual viene a exigir «que el ministerio judicial mande se les haga saber a los referidos tres hermanos mayores junten cada uno su respectiva hermandad en un mismo día y hora, bajo multa al que faltare..» y así el Regidor las cita a las tres de la tarde el viernes diez de enero de 1800. Ese día y tras diversas presiones el hermano mayor de la de Ánimas el sacerdote Juan José Mexía y Cristóbal Benítez por la del Santísimo Sacramento se reúnen con diversos hermanos y oficiales de la orden de los Siervos de María, presididos por su hermano mayor Juan Blanco, una vez leído el auto por el escribano público manifestaron «oída y entendida por los referidos, todos de conformidad dijeron que la obedecían y obedecieron».

Altar Septenario

De esta forma quedaron reunidas oficialmente las tres corporaciones bajo el amparo del Venerable Orden Tercero de Siervos aunque en la práctica siguieron manteniendo cierta independencia en la administración de los fondos de cada una, aunque los cultos fueron poco a poco solapándose por rentabilidad de fieles y por pura lógica de gestión; esta nueva realidad procuró la realización de un magnífico dosel para manifiesto que hasta tiempos recientes hemos conocido en depósito en la Prioral y que María Jesús Mejías en su catálogo de «Orfebrería Religiosa en Carmona» en 2001 reconocía como obra datada en 1849/54 obra del platero Olavide con las marcas de P. Sala y NO8DO. Esta importante obra de 104 x 67 cm realizada en plata y presidida por un gran cartela con los escudos de la sacramental y de los siervos de María -figura como manifestador en las antiguas fotos del altar de septenario- , fue desgraciadamente desmontada en fechas relativamente recientes y algunas de sus piezas reutilizadas como fondo de cruz en el altar de la novena de la Virgen de Gracia, otras se guardan en el museo parroquial.

Manifestador Altar Siervos

A pesar de la dispersión de su patrimonio las hermandades del Santísimo Sacramento y de Ánimas de la extinta parroquia sobreviven actualmente en la Orden Seglar de los Siervos que de este modo conserva el carácter sacramental y de ánimas en la Parroquia de Santa María a la que se afilió la del Salvador.