Las Custodias procesionales de la Sacramental De San Pedro

En la actualidad la hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquial de san Pedro procesiona con una magnífica custodia de asiento realizada a lo largo del siglo XVIII. Su calidad artística y limpieza de ejecución ha llevado a confusión a diversos historiadores de arte, todavía en el Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla (1948), Hernández Díaz y Sancho Corbacho la catalogaron como obra realizada dos siglos antes y dentro del círculo del gran orfebre Francisco de Alfaro.

Este tipo de piezas, las denominadas custodias de asiento, se comienzan a realizar a partir del Concilio de Trento y su reafirmación de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la aparición de las prácticas devocionales encaminadas a su culto y la procesión con el Santísimo Sacramento. Desde el siglo XIII se habían venido afirmando el tema de la transubstanciación para explicar la presencia real, diversos milagros eucarísticos y las revelaciones de Juana de Cornillón terminaron por crear una fiesta especial en veneración del Cuerpo de Cristo presente bajo las especies del pan y del vino, cuestión debatida debatida por la reforma luterana con la consubstanciación. La reacción de la Iglesia Católica quedo bien definida en la sesión XIII de Trento en la que se definió la Eucaristía y la veneración debida. Es a partir de ese momento es cuando aparecen los sagrarios que deben situarse en el altar mayor de las parroquias – en Sevilla fue determinado por el Sínodo de 1586-, los días de exposición del
Santísimo a la veneración de los fieles que dará lugar a las capillas sacramentales o del sagrario y a las procesiones con la Eucaristía por las calles.

Para la procesión teofórica, los plateros de origen alemán establecidos en España como fue la familia de los Arfe crearon las denominadas custodias de asiento claramente inspiradas en los sagrarios tabernáculos de las iglesias de Alemania (Sakramentshäuschen) y que servirán de modelo para la proliferación de estas piezas propias del arte hispano.

Las hermandades sacramentales en Carmona


Durante el último tercio del siglo XVI se constata la aprobación de hermandades del Santísimo Sacramento en las diferentes Parroquias de la ciudad y que celebrarán durante la octava del Corpus sus propias procesiones parroquiales, a las que se unirían igualmente los conventos dominicos con las procesiones del domingo de Minerva o con la establecida en Santa Clara.

Desde principios del siglo XV existen testimonios documentales sobre la celebración de la procesión del Corpus Christi en nuestra ciudad y que ya entonces remontaban su celebración a » desde tiempo inmemorial». Su organización correrá a cargo del erario municipal hasta la década de 1970. Para la procesión general del Corpus las parroquias de Carmona costean la magnífica custodia de Francisco de Alfaro (1584) y que constituye una de las mejores piezas del panorama español.


No siempre las hermandades parroquiales tendrán poder económico para costear una custodia de asiento en plata por lo que recurrían a compartir gastos y realizarlas en madera dorada o policromada y de uso comunitario como queda testimoniado en un contrato entre las sacramentales del Salvador, san Bartolomé y san Blas en 1675 y el entallador Rodríguez de Góngora para realizar una en madera.

Las custodias de asiento de la Sacramental de san Pedro.

La actual custodia argéntea que se usa en la procesión eucarística de la octava del Corpus de la parroquia del arrabal ha venido datándose como obra del siglo XVI al seguir la misma disposición de la que Alfaro realizó para el templo Prioral, debido a ello esta interesantísima pieza realizada por orfebres carmonenses y en el siglo XVIII no produjo ninguna investigación sobre su autoría o datación hasta época reciente y presentada por María Jesús Mejías en la Revista Laboratorio de Arte, a pesar de que tanto en el archivo de la propia hermandad Sacramental, como en los de la Parroquia y Arzobispado de Sevilla existen suficientes testimonios sobre su autor y los avatares sucedidos para su realización y a la que precedieron otras dos según nos consta.


Gracias a un contrato localizado por Fernando de la Villa y Esteban Mira en el Archivo de Protocolos de Carmona sabemos que en septiembre de 1672 el hermano mayor de la Sacramental Diego del Castillo concertaba con el ensamblador sevillano Rodríguez de Góngora la realización de una custodia en madera de aproximadamente 2,70 m de altura y que se estrenaría en la procesión del corpus siguiente «por cuanto la dicha cofradía tiene necesidad para la celebridad de la fiesta del Santísimo Sacramento que se hace en la dicha iglesia del
señor San Pedro.» El diseño de la obra fue entregado por la propia hermandad ajustándose al gusto imperante en ese momento: «ha de ser de tres cuerpos ochavados y en las ochavas que habían de ser esquinas han de tener cuatro evangelistas y sobre cada una de las ocho
columnas, un ángel y dentro del cuerpo segundo el sacrificio de Abraham de talla y en el tercer cuerpo una figura de talla de Melquisedec con una hostia en ambas manos y en la coronación de la obra una echura de la fe de talla…» La obra se realizaría en el taller sevillano
y debía entregarse al año siguiente «quince días antes de la celebridad del Corpus Christi» corriendo por cuenta del artista el traslado de la pieza que alcanzaría la nada desdeñable cuantía de 4.400 reales de vellón. Esta obra de la que desconocemos más detalles debió
gustar en la población pues tres años más tarde las sacramentales de san Salvador, san Bartolomé y san Blas contrataron otra con el mismo tallista.


La hermandad sacramental debió algunos años más tarde decidir la realización de una nueva en plata, pues en 1721, su hermano mayor dirigía escrito al Arzobispado de Sevilla para solicitar vender una serie de bienes de la cofradía para continuar la custodia que » a más de quarenta años, que está hacer una custodia…en que su divina magestad pueda salir con toda decencia por las calles publicas el día infraoctavo». A inicios de la centuria parece que se comenzó a realizar la obra en plata pero no se pudo completar más que el primer cuerpo «por la calamidad de los tiempos» y que había reducido el número de limosnas, razón por la que se solicita poder enajenar algunas casas y olivares de su propiedad. Igualmente se alega que cada vez que se nombra nuevo hermano mayor, lo realizado debe desmontarse para pesar la plata lo cual supone fracturas en las piezas ya realizadas. El Arzobispado debió solicitar información técnica sobre el estado de la custodia, por lo que los plateros Fernando Gámez y Diego Piedrabuena emitieron dos semanas más tarde su declaración ante el Vicario de la ciudad y el notario Juan Matteo Blanco; ambos plateros ajustaron que para concluirla «según el arte y hechura que tiene el primer cuerpo es necesario gastar dos mil pesos excudos de plata».

En mayo de 1722 la hermandad es autorizada a la venta de las propiedades propuestas para concluir la obra comenzada en 1711 por el orfebre Francisco Cansino y que la hermandad decide «el desbarato de dicha custodia vieja y que se hisiese una nueba» previa licencia del obispo don Luis Salcedo y Azcona. Este cambio en la dirección de la obra se justifica «por desirse por maestros plateros, los más inteligentes, que buscó esta hermandad, que estaba errada por mala disposición que le había dado el maestro platero y que por esta razón no se podía proseguir» (Libro de Cuentas de la Hermandad Sacramental. Acta de 1750).


Para iniciar la nueva obra se encarga a Thomás Guisado, retablista perteneciente a una importante saga de tallistas, la realización de una custodia en madera «para que sirbiese de diseño para hazer la de plata nueba» no debía de tratarse de una maqueta sino del modelo real en madera pues el coste se elevó a 1270 reales. Ese mismo año la hermandad acuerda la nueva realización con los plateros carmonenses Antonio de Luna y su hijo Francisco entregándosele la custodia de madera y la plata vieja a la que faltaban 26 onzas del peso estipulado.

La actual custodia se concluye en 1750 con la realización de la imagen del Resucitado;alcanzando el peso de «1869 onzas y 15 adarmes de plata y an costado 29288 reales y 18 maravediés de vellón», unos 55 kilos de plata. Nueve años más tarde se le realiza una nueva peana en plata.


La obra actual sigue muy de cerca los modelos renacentistas de Alfaro utilizada para las custodias de Carmona, Écija o Marchena pero sin ningún programa iconográfico como era usual en las del siglo XVI a pesar de que en el primer cuerpo existen cuatro basamentos que apuntan la posibilidad de estar destinados a albergar figuras de bulto redondo como la de Santa María. La medida total de esta obra es aproximadamente 2 metros de altura contando con la peana.


Debemos señalar que se trata de la mejor y más singular obra de orfebrería ejecutada por los plateros locales, ya que piezas de esta magnitud se solían contratar con importantes talleres o artistas localizados en Sevilla. En este caso fueron Antonio de Luna y Francisco , maestros plateros examinados en 1698 y 1741, los que ejecutaron tan espléndido trabajo que ha llevado a que éste se comparara con los de la edad de oro de la platería hispalense.

Fotos: Fran Pérez